Senderos espaƱoles

Senderos espaƱoles

RODRIGO RATO
05 marzo, 2021
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Actualizado: 05 marzo, 2021 9:42
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Transcurridos holgados los primeros 12 meses del nuevo Gobierno social comunista en España, con apoyos parlamentarios de independentistas vascos y catalanes, las perspectivas electorales son relativamente estables, hasta mayo 2023 cuando se celebren elecciones autonómicas y municipales. Estabilidad indudablemente no exenta de riesgos dado el largo número de partidos que componen la necesaria mayoría parlamentaria, las diferencias de programas dentro incluso del Gobierno, los temas tan difíciles que se podrían plantear, como un referéndum sobre la independencia de Cataluña, que al margen de sus implicaciones legales tendría unas innegables consecuencias políticas para toda España. En estos 14 meses se han celebrado tres elecciones autonómicas que han dado resultados continuistas para los correspondientes Gobiernos. Todas ellas con participaciones menguadas, que podrían estar ligadas a la pandemia pero también a un creciente escepticismo del electorado. Parece que el previsible desgaste de los gobernantes durante un año de restricciones sociales y pandemia no se ha materializado. Antes al contrario han resultado las oposiciones las perdedoras tanto en Galicia, en el País Vasco como en Cataluña.

En esta última se ha producido un notable cambio en el partido mÔs votado, a favor del Partido Socialista de Cataluña desde Ciudadanos, ganador hace 3 años. Esta vez han sido los primeros los triunfadores al ser capaces de mantener sus votos frente a una caída generalizada para los demÔs respecto a diciembre 2017. Sin embargo parece mÔs que posible la designacion parlamentaria de otro Gobierno exclusivamente independentista, radical tanto política como socialmente. Así a diferencia de Galicia y el País Vasco donde la continuidad supone estabilidad con Gobiernos orientados hacia la gestión, en Cataluña se mantendrÔ un alto grado de tensión hacia dentro y hacia fuera, acompañado de un acelerado deterioro económico, lo que dada las dependencias parlamentarias del Gobierno Central se puede trasladar al conjunto de España.

Hasta ahora la gestión de la pandemia y sus consecuencias humanas, sociales y económicas sitĆŗan a EspaƱa a la cola de los paĆ­ses desarrollados , sin que el Gobierno de Pedro SĆ”nchez parezca resentirse en expectativas de voto, tampoco desde luego crecer. Este impasse sĆ­ parece afectar al primer partido de la oposición, el Partido Popular, frenado a su derecha y a su izquierda, al que los mĆ”s que previsibles resultados de CataluƱa parecen haber cogido por sorpresa. AdemĆ”s el cruce de la barrera de 4 millones de parados, con casi un millón mĆ”s en ERTE, no estĆ” todavĆ­a produciendo el habitual desgaste a quien gobierna , como si sucedió en 1996,2011 y 2016. Es cierto por desgracia , que la evolución económica espaƱola estĆ” llena de riesgos, el mayor quedarnos rezagados en la recuperación con respecto a la zona euro, a su vez retrasada con respecto a otras economĆ­as. En cierto sentido el deterioro catalĆ”n puede extenderse al conjunto, con un Parlamento Nacional incapaz de promover las reformas que generen crecimiento, lo que resultarĆ­a en unos ā€œ deterioros permanentesā€ como ha puesto de relieve recientemente el Gobernador del Banco de EspaƱa.

AdemÔs la apatía política del electorado puede indicar una pérdida de expectativas muy negativa para promover la inversión y el empleo. La distintas mayorías parlamentarias interpretarían equivocadamente este continuismo como aquiescencia que les lleve a proseguir en la inacción con los grandes asuntos: empleo, inversión, educación, seguridad juridica. Como ejemplos, la continua reducción de la productividad del sector público, cada vez mejor pagado respecto al privado y trabajando menos, que contrasta con el constante aumento de productividad en el sector privado. O la presión en la búsqueda de ingresos fiscales provenientes de una actividad empresarial inmersa en una histórica crisis de demanda . La confianza mesiÔnica en los fondos de Reconstrucción Europeos contrasta con la ausencia de concreción en la mecÔnica de su utilización. No resulta aventurado presagiar una combinación de apatía política y de desconfianza económica que se retroalimentarían peligrosamente. La ruptura de ese bloqueo en una democracia acrecienta las posibilidades del crecimiento de fuerzas radicales y populistas. Todo ello muy alejado del centrismo y la moderación que han dado tan buenos resultados en los últimos decenios a la sociedad española.

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