La renta mínima de Escrivá

Entre la lista de propósitos con la que José Luis Escrivá lega al Ministerio de Seguridad Social destaca uno por encima del resto: la renta mínima. Ese ingreso mínimo vital para combatir la pobreza que estaría vinculado a ciertas condiciones y niveles de ingreso, rondaría los 430 euros al mes y sería compatible con un tener un empleo precario. No confundir con la renta básica universal a la que tendríamos derecho todos los ciudadanos por el hecho la haber nacido.

¿Es necesaria una renta mínima en España? La realidad parece indicar que sí dado que las desigualdades y la brecha salarial cada vez son mayores y que el número de trabajadores pobres y el porcentaje de la población en riesgo de exclusión social va en aumento. Algo que por cierto sorprende cuanto estamos hablando de la cuarta economía de la zona euro y el país que más ha crecido en los últimos años dentro de toda la UE.

La medida, que parte de la idea de que los que más tienen deben aportar más, lo que viene siendo una redistribución de la riqueza, beneficiaría a 1,8 millones de hogares y tendría un coste para el Estado de unos 3.500 millones de euros. Asumible para Escrivá al le salen las números. Cuando estaba al frente de la Airef echó cuentas y vio que esa renta mínima era posible sustituyendo el sistema de ayudas, es decir redistribuyendo los actuales sistemas de protección social, suprimiendo por ejemplo algunas pensiones contributivas o terminando con los subsidios por desempleo que paga el antiguo INEM. Quitar de un sitio para poder poner en otro.

Sin embargo la renta mínima puede tener también su lado menos positivo. Por un lado a nivel fiscal ya que un ingreso mínimo puede provocar un aumento de impuestos a aquellas clases medias que pasarían a tributar en otro tramo de IRPF. Por otro, puede desincentivar la búsqueda de empleo provocando que una parte de los beneficiarios desista de buscar trabajo al recibir ya un dinero a fin de mes que les cubre sus necesidades. Harán falta por tanto medidas de reinserción laboral o mejorar las políticas activas de empleo, esas que tanto anhelaba Podemos.  Dar la caña y enseñar también a pescar.