Funcas cifra en el 1,8% el PIB español en 2024 con una inflación del 3,2%
La Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) ha mejorado tres décimas su previsión de crecimiento para la economía española en el año 2024, hasta el 1,8 % de PIB, un incremento «basado en un ajuste al alza de la demanda interna», con una inflación del 3,2%.
El menor impulso fiscal, junto con el debilitamiento de las exportaciones apuntan a un menor crecimiento en 2024. Se prevé un avance del PIB del 1,8%, siete décimas menos que en el pasado ejercicio, como consecuencia, en primer lugar, de una aportación del consumo público de cuatro décimas, la mitad que en 2023.
En segundo lugar, la aportación del sector exterior al crecimiento del PIB pasará a ser nula, frente al impulso de ocho décimas registrado el año pasado. Este resultado es coherente con el enfriamiento de las exportaciones de bienes constatado en los últimos meses, algo que solo se explica por la débil coyuntura europea y no por un hipotético deterioro de la competitividad, variable que sigue bien orientada a tenor de la ganancia de cuotas de mercado de las empresas españolas en el exterior.
Otro factor es el rebote esperado de las importaciones, a medida que su relación (o elasticidad) con la demanda se normaliza. Tras las disrupciones asociadas a la crisis energética y de suministros de los dos años anteriores, la elasticidad de las importaciones debería recuperarse a lo largo del presente ejercicio.
Consumo privado y su efecto en el PIB
El impulso procederá del consumo privado y del ligero repunte previsto de la inversión, contrarrestando en parte el debilitamiento de las otras variables y explicando la revisión al alza de la previsión de crecimiento (tres décimas más que en enero).
El consumo privado se sostendrá gracias a los ingresos aportados por la creación de empleo y al desembolso de una parte del ahorro acumulado el año pasado como consecuencia de la desinflación. Se prevé que el exceso de liquidez desaparezca parcialmente este año, de modo que la tasa de ahorro descendería hasta el 10,3% (todavía por encima de la media histórica).
La recuperación de la formación bruta de capital fijo, por su parte, sería leve (la perspectiva de bajada de tipos de interés que se vislumbra para los próximos meses solo incidirá a partir del año que viene). Un elemento favorable es el bajo nivel de endeudamiento de las empresas, si bien la situación varía entre sectores.
Además, el contexto de prórroga presupuestaria hace necesario el recurso acelerado a los fondos europeos, no estando estos sujetos a las normas de congelación del gasto, de modo que el impulso del programa Next Generation podría ser algo mayor. Por todo ello, la aportación de la demanda interna al PIB alcanzará 1,8 puntos, una décima más que en 2023.
Para 2025 el PIB puede crecer hasta el 2%
Para 2025, la mejora de la coyuntura europea debería hacerse más patente, propiciando un repunte del crecimiento del PIB hasta el 2%, sin cambios con respecto a la previsión de enero. La inversión también debería afianzarse, pudiendo por fin recuperar en el transcurso del año el nivel previo a la pandemia, tanto en el segmento de bienes de equipo como en el residencial.
El mejor comportamiento de la inversión compensaría la ligera desaceleración del consumo, de modo que la aportación de la demanda al crecimiento se mantendría en 1,8 puntos. El resto (0,2 puntos) procederá del sector exterior, gracias a la mejora de los mercados de exportación. Considerando el bienio en su conjunto, la economía española preservará el diferencial favorable de crecimiento con la eurozona, cuyo PIB apenas avanzaría un 0,6% este año y 1,4% el que viene.
Asumiendo que no habrá shock energético, se anticipa una desescalada gradual del IPC en el transcurso del presente ejercicio, con un incremento del 3,2% en media anual, tres décimas menos que en 2023. La reversión de las medidas antiinflación se traduce en un incremento del índice estimado en cuatro décimas. La desinflación será más pronunciada en 2025, a medida que el efecto de la reversión se disipa, y el IPC avanzará un 2,3%, acercándose al objetivo del BCE. El deflactor del PIB, variable que mejor aproxima la inflación subyacente, evolucionará al compás del IPC, evidenciando la estabilidad de los precios relativos de las importaciones y de la producción interna durante todo el periodo de previsión (relación real de intercambio estable).
Paro del 11,2%
El ciclo de creación de empleo proseguirá, permitiendo una reducción de la tasa de paro hasta el 11,2% a finales de 2024 (con una media anual del 11,4%), un nivel todavía muy elevado en comparación europea. Si bien el desempleo sería mayor que en la anterior previsión, la revisión refleja un ajuste al alza de la población activa, principalmente por la incorporación de trabajadores extranjeros. Para 2025, se anticipa un descenso adicional de la tasa de paro hasta el 10,6%.
El superávit externo se consolidará durante todo el periodo de previsión gracias al favorable posicionamiento competitivo de las exportaciones. La balanza por cuenta corriente arrojará un excedente superior al 2% del PIB, y la capacidad de financiación total, que se obtiene sumando las transferencias en concepto de los fondos europeos a la balanza por cuenta corriente, será aún más positiva.
El menor crecimiento económico junto con la desinflación y la subida de los tipos de interés dificultarán la corrección de los desequilibrios presupuestarios. Este año es previsible un descenso del déficit, habida cuenta de la reversión de algunas medidas antiinflación y la congelación de buena parte del gasto en el actual contexto de prórroga presupuestaria: el déficit público descendería hasta el 3,2% del PIB y la deuda hasta el 106,2%. Para 2025, a falta de más información acerca de la senda presupuestaria, el déficit se aproximaría al 3%, principal referencia de las reglas fiscales europeas y la deuda descendería por debajo del 105%.
Reducir deuda y déficit
Conviene recordar que, para los países como España con un endeudamiento superior al 90%, la normativa europea exige un descenso de la ratio de deuda pública sobre PIB de al menos un punto porcentual cada año. Otra condición es que el déficit descienda al menos 0,25% puntos cada año hasta alcanzar el 1,5% del PIB (el ajuste deberá ser mayor en ausencia de reformas o inversiones). Este parece ser un esfuerzo asumible con las tasas de crecimiento previstas para los dos próximos años.
Para mantener la dinámica, sin embargo, será necesario expandir la capacidad productiva, evitando cuellos de botella en el crecimiento. Se estima que, con un esfuerzo de inversión incrementado, la doble norma de déficit y deuda se cumpliría con ajustes graduales (gráfico 4.A). Sin embargo, en un escenario de persistencia de la actual situación de debilidad de la inversión, el criterio de deuda exigiría un ajuste fiscal abrupto a partir de 2026