Estados Unidos se encuentra inmerso en una búsqueda sistemática por conservar su posición hegemónica a escala internacional. El auge del proyecto político, económico y militar del Partido Comunista de China y el avance de las lógicas multipolares ponen en jaque el dominio de Washington no solo sobre el conjunto del globo, sino incluso sobre algunas de sus regiones históricamente asociadas. La incapacidad mostrada por Estados Unidos de mantener la seguridad en Europa, su pérdida de legitimidad ética en Gaza o la penetración de Pekín en América Latina son factores que evidencian su decreciente poder relativo.
En esta tesitura, precisamente Groenlandia es el territorio que suscita un mayor interés para la política exterior norteamericana. Estratégica en clave militar y con un enorme potencial económico debido a sus recursos minerales y energéticos, Washington parece decidido a asegurar a largo plazo sus preferencias sobre el territorio. Para ello, no solo podrían ignorarse a las élites políticas danesas y groenlandesas, sino que podría estar encima de la mesa algún tipo de intervención militar.